Algunas personas se tomaron a mal que apareciese junto a Jordi Évole
recorriendo la vacía inmensidad de la Expo y filosofando sobre la
inutilidad de algunas cosas que tan caras nos costaron. Lo siento, pero
es lo que hay. Ranillas es aún un pozo seco donde se enterraron y se
entierran enormes cantidades de dinero público sin aparente
rentabilidad. Para colmo, cuando el Gobierno aragonés intenta sacar
algún provecho de aquellos inmuebles llevando allí juzgados y oficinas,
el plan se ha enredado con una operación inmobiliaria tan oscura como
incierta.
Otras personas reprenden mi aparente aversión a los
pantanos. Sin embargo nunca pretendí que la ira de Dios acabase, uno
tras otro, con las decenas de embalses que regulan nuestros ríos. Están
ahí, son hechos consumados y bastantes de ellos han cumplido y cumplen
su papel. Lo que critico es esa obsesión, radical y ciega, que impulsa
la construcción de nuevas presas aunque ya no sean rentables ni
sostenibles. Son monumentos a la obcecación política e instrumentos al
servicio de quienes intentan utilizar a los regantes para controlar un
recurso público de gran valor, el agua.
¿Qué objeto tiene El Val,
aparte de mantener bajo permanente amenaza al pueblo que se acurruca al
pie de su presa?. Costó, según presupuesto original, 82.180.461,94
euros. ¿Y Lechago, cuyos hipotéticos beneficiarios han perdido el
interés?. Hoy no da servicio a nadie. Salió por 44.246.026,90 euros, más
11.083.047,90 euros de restituciones territoriales gran parte de las
cuales están aún sin ejecutar. ¿Y Montearagón? En dos años ni se han
podido hacer las pruebas de carga. Apenas hay algo de agua en el fondo
de su vaso. Salió a concurso por 58.179.958 euros. Las restituciones
rozaban los treinta millones. Dinero tirado.
Como nos ha debido
parecer poco, ahora vamos con Mularroya (presupuesto vigente de
130.849,810,77 euros). Y además, el recrecimiento de Yesa, donde las
laderas se abren (como advirtieron los ecologistas) y abrocharlas ha
costado de momento más de cien millones. Bueno, algún día iré por allí
con El Follonero... y le enseñaré (con perdón) los pantanos vacíos.
JOSÉ LUIS Trasobares 19/05/2012
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