En un proceso de regresión política y social como el que estamos
viviendo hay muchos que van a salir perdiendo (regla del casino: siempre
gana la Banca) y perder es algo que no le gusta a casi nadie. La
protesta, el enfado ciudadano e incluso la bronca son fenómenos
previsibles. Quienes mandan lo saben perfectamente. Por eso trabajan en
lo táctico y lo estratégico para manejar la situación. Desde tal
perspectiva, los incidentes en la calle pueden encajar en el imaginario
(y el provecho) de personajes y grupos muy contradictorios. Algunos ven
en ellos el chispazo que hará estallar la rebelión de las masas; otros,
desde posiciones totalmente contrarias, los consideran el mejor pretexto
para desarrollar nuevas formas de control y represión que aseguren el orden público. En esto, como en tantas otras cosas, los factores antagónicos acaban interactuando.
La bronca está de actualidad. Y si el viernes hubo hostias en la calle
San Vicente de Paul de Zaragoza, ayer, mientras escribía este artículo,
la tensión había vuelto a las calles de la capital aragonesa aunque no
se habían producido incidentes. ¿Qué significan estos brotes de
violencia? En el caso de Gamonal, el barrio burgalés cuya movilización
ha sido noticia durante los últimos días, interpretar los hechos (actos
violentos incluidos) resulta sencillo: Burgos es una ciudad dominada por
un promotor-constructor (propietario a su vez de influyentes medio de
comunicación) (ver Las seis claves del "Jefe de Burgos", en Público), cuyos sucios manejos son tan evidentes como lesivos para
los intereses populares. Este sujeto, que ya fue condenado por corrupto
en los Noventa, controla el urbanismo y las obras públicas. Es el amo
del Ayuntamiento y el diseñador de las reformas que dieron lugar a
la revuelta vecinal. En suma, la gente de Gamonal ha estallado después
de decenios tragando (y votando a la derecha). Una comprensible mezcla
de cabreo y desesperación ha desencadenado la reacción. ¿Violenta? No
sólo, pero también. Fuese por ello o por la inquebrantable decisión de
muchas personas, el Ayuntamiento burgalés ha reculado.
A partir de ahí, algunos han querido hacer de Gamonal una bandera para extender la lucha
a toda España. Lucha contra los recortes, la ruptura del contrato
social, el empobrecimiento de muchos, la desesperanza y la descarada
forma en que una ínfima minoría de privilegiados está arramplando con
todo de manera tan brutal como impune.
Éste es el punto en el que caben muchas dudas sobre la lógica y la intención última de las actuaciones más... guerrilleras. Porque pueden ser el gesto absurdo de unos descerebrados, la provocación calculada por parte del poder (¡cuidado con los infiltrados)
o finalmente un argumento perfecto a favor de la inminente Ley de
Seguridad Ciudadana. Mientras, anteayer, la Policía barrió San Vicente
de Paul de lado a lado, intimidando, golpeando e incluso deteniendo a
quien se le puso por delante. Porque, como he dicho antes, en este juego
la violencia institucional siempre gana.
JOSÉ LUIS Trasobares 19/01/2014
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