El Día de Aragón en Fitur provocó otra de esas extravagantes
explosiones de euforia con la cual los jefes aragoneses intentan
llevarnos al optimismo siguiendo las órdenes del mandamás Rajoy.
Pero lo cierto es que durante 2013 nuestra bendita tierra Noble fue,
junto con Castilla-La Mancha, la comunidad donde menos creció el número
de pernoctaciones en los hoteles. Esto no tira. Y no será porque no nos
gastemos dinero en proporcionar a los potenciales turistas
entretenimientos, eventos y otras propuestas para pasar el rato. Varias
sociedades públicas (todas ellas con fortísimas inversiones y pérdidas a
la espalda) tienen esa misión, que según las fuentes oficiales cumplen a
las mil maravillas. ¿De verdad? Bueno, lo cierto es que nuestra oferta
turística está llena de maravillosas contradicciones. En Fitur, por
ejemplo, hemos vendido deporte de aventura. Aparecieron por el stand
unos jóvenes y guapos palistas a promover la práctica del rafting. ¿Por
el Gállego? ¿Por ese tramo de la Galliguera donde una creciente
infraestructura hostelera, puesta en marcha sin subvenciones ni ayudas
oficiales, está amenazada por el absurdo pantano de Biscarrués? En
fin...
Aragón desconoce su sitio, ignora sus verdaderas
fortalezas y no sabe a dónde va. Claro que el resto de España no anda
mucho mejor. Fíjense cómo el afán del Gobierno por hacernos creer que
esto se está arreglando gracias a sus reformas apenas resiste un rumor
sobre la lira turca que se extiende al peso argentino y luego a otras
divisas emergentes. En unas horas la bolsa cae, la prima de riesgo se
dispara y las piernas nos vuelven a temblar. Nos aferramos al récord de
turistas extranjeros para escapar de los otros demonios (paro, salarios
de miseria, impagos). Aunque, claro, como en Aragón no enganchamos a los
guiris y nuestros visitantes son mayormente gente nuestra o venida del
resto de España, tampoco se nos luce.
En Fitur, por lo visto,
hicimos lo posible por atraer a los chinos. ¡Ay, madre! ¡Justo cuando
los profetas de la economía global advierten que China se está parando!
Qué mala suerte, oye. ¿O será gafe?
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