Esta es una época muy interesante, fluida, de giros rápidos, abierta siempre a los cambios más dramáticos. ¿Volverá a ser Belloch
candidato a la Alcaldía de Zaragoza?, se preguntan mis colegas. Y la
respuesta parece obvia: por supuesto que sí. Además, lo tiene a huevo. A
priori, este Juan Alberto pos-Expo debía ser una bendición para su
antagonista, Eloy Suárez; pero luego el del PP se ha convertido en un regalito para el exbiministro sociata.
Al tiempo, mientras el Gobierno aragonés niega el colapso sanitario
(corroborado por miles de trabajadores y usuarios del Salud) y la gripe
acaba con pacientes sin patologías previas, la prospectiva más elemental
indica que, si la capital acaba votando a la izquierda, no será raro
que Javier Lambán llegue a presidir el Gobierno aragonés a la vuelta del 2015.
Ayer mismo declaró ante el juez uno de los imputados en el caso Plaza,
y dejó un rastro tan lleno de sospechas, equívocos, mierda y posibles
verdades que la plaza tembló en sus puros cimientos. Normal. En Zaragoza
caían chuzos de punta sobre el entrañable Marcelinato cuando Madrid se desayunaba con las últimas novedades sobre la caja B del PP. Horas antes, Rajoy
había certificado ante España entera que sus reformas han permitido
superar la crisis, que tiene un plan para Cataluña y que no desea
adelantar acontecimientos salvo uno: la infanta Cristina saldrá bien del empandullo. Millones de escarmentados ciudadanos solo creyeron esto último.
No sé cómo deglutir esta sucesión de acontecimientos. Sigo al minuto
los datos emitidos por el Instituto Nacional de Estadística. De acuerdo
con ellos, la tasa interanual de la facturación y los pedidos
industriales seguía cayendo al finalizar el año pasado. En los servicios
la cosa estaba un pelín mejor, pero la ocupación también iba de capa
caída. Por suerte vamos a incorporar al PIB oficial 10.000 millones más a
cuenta del I+D+i (sí, el que se está desplomando por los recortes) y
otros 10.000 kilates calculados por la Policía como montante mínimo de
la prostitución, el tráfico de drogas y el contrabando. Se lo juro que
es así. Y ustedes... piensen lo que quieran.
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