Aragón, pese a la rigurosa obediencia que debe su presidenta a las
órdenes emanadas desde Moncloa y Génova, las pasará canutas para cumplir
con el déficit. Y no será porque el gasto y la inversión pública hayan
aumentado allí donde son más necesarios. ¡Ah, no! La deuda de esta
comunidad tira hacia arriba a muy buena velocidad, al mismo tiempo que
los recortes devalúan sin tregua la calidad de los servicios esenciales.
Mientras, el Gobierno autónomo cierra tesorería en noviembre y buena
parte de los presupuestos se quedan sin ejecutar.
Aunque, claro, los presupuestos son de mentira. Hace años, cuando Marcelino y su amigo Biel
movían la pasta con frenesí, esas cuentas regionales tenían cierta
coherencia. Pero ahora su elaboración y aprobación se han convertido en
un verdadero vodevil. Muchas de las partidas son de mentira; otras son
utilizadas sobre la marcha para tapar vías de agua. Lo prometido no se
cumple; lo anunciado a bombo y platillo, tampoco. Los ingresos se quedan
por debajo de lo calculado. Y en la pista de ese circo, José Luis Saz, el consejero de Hacienda, hace malabares abriendo y cerrando los grifos para cuadrar el balance a martillazos. Es un estrés.
Tengo para mí que el modelo de presupuestos objeto de tan marxiana
manipulación dejó de tener sentido hace años, incluso antes de que la
crisis enseñara sus dientes. Aragón necesita una prospectiva contable
más seria, más verosímil y distribuida de una forma mucho más
inteligente. Aunque eso no sería sino el efecto de un giro total en
muchas de las líneas estratégicas que se han incrustado en nuestro
imaginario colectivo. Tenemos en marcha proyectos públicos que son una
ruina o cuya gestión está hoy bajo fundada sospecha (de Aramón a Plaza,
de Motorland a Caudé). Tenemos objetivos cuyo logro es imposible o, peor
todavía, su consecución nos metería en problemas mayores. En los
discursos oficiales, aparecen una u otra vez mitos ridículos, fruto casi
siempre de la ignorancia o de intereses bastardos... O sea, que estamos
listos para reinventarnos. Aragón, ex novo.
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