Mientras Obama recibía a un Rajoy transido de gozo, Madrid era un laberinto de pasiones. El presidente Ignacio González (el del ático marbellí) le montó un pollo a Pedro J. Ramírez,
el director de El Mundo, a través de los micrófonos ¡de la Cope! Todos
se han ido (nos hemos ido) de cabeza, y no porque los españoles seamos
una excepción delirante en un planeta cuerdo sino porque sí somos
especialmente sensibles a las atmósferas globales, donde ahora flota algún extraño fluido psicodélico.
El presi estadounidense le dijo al bueno de Mariano lo mismo que les dice a todos (por ejemplo a Zapatero
hace unos pocos años). Pero en los círculos de la derecha, esos amables
lugares comunes fueron acogidos como si el mismo Dios, único y
verdadero, hubiera hablado urbi et orbe desde el Despacho Oval
(donde por si caso Moncloa no dejó entrar a los periodistas españoles
menos gratos). El entusiasmo despertado por la gira norteamericana del
superlíder pepero ha desbordado la habitual tendencia al orgasmo que
produce en los conservadores cualquier caricia del Gran Jefe Blanco (en
este caso, blanquinegro) para alcanzar el Nirvana, el flash, el
megacolocón. Los parabienes de Barack casi eclipsaron las declaraciones
del ministro Guindos en el Congreso, donde anunció un crecimiento
del 0,3% en el último trimestre del 2013 y profetizó que el desempleo
bajará del 25% en 2014 (ahora está en el 25,9%, o sea que...). Aunque
también advirtió de que Catalunya Caixa y la CAM nos van a costar 27.000
millones... o bastante más. Den por hecho que a este paso la deuda
pública alcanzará el billón, y eso mientras los recortes dejan sin
libros a los niños escolarizados y sin pañales a los ancianos enfermos.
Añadan a eso las cosas que suceden en la Tierra Noble: el desastre
sanitario (tan evidente como negado por los responsables del tema), la
campaña para captar inversiones en el exterior (con un presupuesto de
150.000 euros que no da ni para megáfonos), la curiosa historia de la
fábrica de coches eléctricos instalada en Motorland... En fin, que me
voy a meter otro trago de agua. Viene cargadita.
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