jueves, 16 de enero de 2014

Lo último: el coche eléctrico aragonés 20140116



Conste en acta que yo no tengo una especial obsesión con Motorland (ni con Aramón ni con Plaza ni con Caudé ni con casi nada), pero me ha inquietado desde el primer instante la evidente levedad de un proyecto que a estas alturas habrá engullido alrededor de 200 millones de euros del erario público sin más retorno al Bajo Aragón que algunos llenos hosteleros en fin de semana y unas decenas de puestos de trabajo (la mayoría de los cuales pagamos a escote). Lo más duro de roer en esta historia es sin duda la opacidad de las cuentas, que obliga a realizar cálculos estimados tanto de costes como de retornos. Desde ese oscurantismo brota la sospecha de que la actividad de la Ciudad del Motor está llena de trampas, exageraciones y flagrantes tomaduras de pelo. Se nos han vendido maravillas dudosas o inexistentes, desembarcos empresariales que jamás cuajaron, proyectos de cartón piedra y embarques tan peculiares como el de la fábrica aragonesa de coches eléctricos. 

La historia de la última implantación industrial en Motorland es tan curiosa como extraordinaria. Resulta que una firma denominada Víctor&Vicente (tomen nota, ¿eh?) va a producir automóviles eléctricos en una nave de 2.000 metros cuadrados con una plantilla inicial de 11 trabajadores, que llegarían a ser 60 a lo largo del año (impresionante, ¿no?). Su modelo inicial es un urbano, del que ha ofrecido una recreación virtual bastante elemental (por decirlo amablemente). Asegura que también hará un cinco plazas y un monovolumen. Pero, ¡ay!, ya debe salarios a empleados anteriores ante cuyas reclamaciones se ha declarado insolvente. ¿Les suena?

La DGA, ansiosa por demostrar que Motorland es algo más que un pozo sin fondo, ha comprado el presunto coche eléctrico otorgando subvenciones a Víctor&Vicente, al igual que el Ejecutivo central. Ahí va la pasta (aunque nadie quiere decir cuánta)... que luego falta en colegios y hospitales. Así, amigos míos, no se gestiona la cosa pública. Sería menester un poco más de seriedad, transparencia y sentido común. Si no es mucho pedir. 

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