Si se cumple el calendario previsto, este fin de semana se reunirá la
dirección federal del PSOE y aprobará el reglamento para las primarias
que designarán, sucesivamente, a los candidatos a presidir las
comunidades autónomas y al cabeza de lista en las próximas generales.
Cuán abiertas, sinceras y audaces habrán de ser esas primarias es cosa
que se está decidiendo en las covachuelas del partido. No sin
resistencias, porque la idea original es organizar unas preelecciones a
las que podrían presentarse aspirantes avalados con solo el 5% de la
militancia, y en las que también votarían simpatizantes y personas
interesadas que quisieran inscribirse previamente asumiendo un ideario
muy básico (al menos si nos atenemos a lo que propone el PSC) y pagando
dos euros para los gastos del proceso. Por lo que se sabe, el
procedimiento no será en ningún caso tan movilizador y fácil como el que se usó en Francia para promover a Hollande
(¡ay, Señor!) o en Italia por el PD, pero es un avance indudable. En
cualquier caso el PSOE puede presumir de ser la única fuerza política
española que baraja la organización de unas primarias abiertas al
exterior (aunque solo sea un poco).
Seleccionar candidatos (¿por
qué no todos ellos como piden desde la web change.org/primarias PSOE?)
contando con la gente de fuera desbordaría los estrechos cauces
partidarios, ampliaría exponencialmente la participación popular y
permitiría vincular la política real a los movimientos sociales. Por eso
es difícil entender por qué Izquierda Unida no adopta este mecanismo
(que reclama insistentemente el grupo Izquierda Abierta). Claro que IU
vive ahora momentos tormentosos. Sufre el habitual ataque de vértigo interno que suele aquejar a la coalición cada vez que mejoran sus expectativas electorales.
Las primarias abiertas, extendidas a todas las izquierdas, darían juego
a medio plazo para articular (por encima de los respectivos aparatos y familias) el frente cívico o popular
que tantos reclaman. Y sinceramente no veo otra forma de recuperar
primero la credibilidad y luego el poder. Sea por parte del PSOE... o de
los demás.
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