Si las cosas son como se deduce de las primeras informaciones, el
caso de ese hijo que mató a su madre en el barrio de Las Fuentes nos
pondría no ante un crimen individual sino frente a las consecuencias de
un auténtico crimen social y legal: las tremendas dificultades que
existen en España para que enfermos sin cura posible, con dolores
refractarios y una creciente degradación física y mental puedan morir en
paz. Hablo de la sedación terminal, que forma parte de todos los
protocolos médicos habidos y por haber en el mundo civilizado. Pero en
última instancia hablo también de la eutanasia, un derecho inalienable
que nos devuelve el control de nuestra propia vida al permitirnos
decidir libremente cuándo ponerle fin. Las redes sanitarias deberían ser
capaces de resolver este problema, atendiendo a una legislación
racional y humanista. No cabe contar con ello. Por eso pasan cosas
terribles, como el suceso de Las Fuentes. Que no será (¡qué va!) el
primer caso de asistencia al suicidio en España, ni tampoco el último
mientras las cosas sigan así.
En este país, donde las leyes autonómicas de muerte digna (empezando
por la de Aragón) no acaban de surtir efecto y la penalización de la
eutanasia pende cual espada de Damocles sobre los médicos más
comprometidos y empáticos, los enfermos incurables (en su mayor parte
ancianos) son condenados a un vaivén de idas y vueltas del hospital a
casa y de casa al hospital, para acabar expirando en uno de estos
establecimientos, a menudo en una habitación compartida y tras habérsele
alargado la agonía mediante prácticas absolutamente insensatas. Hay
profesionales de la sanidad que intentan y consiguen abreviar esos
temibles calvarios, pero otros eluden la cuestión. Los equipos de
cuidados paliativos a domicilio, tan eficientes en el pasado como
escasos de medios, han sido malamente reorganizados. La voluntad de los
pacientes apenas cuenta. Es desesperante.
En Suiza, en Holanda, en varios estados USA, ¡en un país tan católico
y conservador como Bélgica!, la eutanasia ha sido legalizada. Y no ha
pasado nada. ¿Por qué aquí no?
JLT 10/04/2015
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