A eso, la verdad, no se le puede llamar lapsus. Yo pinché el vídeo para ver y oír el prodigioso mitin de María Dolores de Cospedal
y no capté en su discurso precipitación, nervios, atropello ni
inmediato propósito de la enmienda. Dijo alto y claro: "Hemos trabajado
mucho para saquear este país". Tal cual. Al parecer no es la primera vez
que se pronuncia en idéntico sentido. Hace tres años, en una rueda de
prensa, ya sacó a relucir su eficiencia saqueadora, aunque en aquella
ocasión la limitó a Castilla-La Mancha. Claro, por esa dichosa tendencia
a dejar que la verdad se escape de sus labios, la secretaria general
del PP prefiere hacer las cosas en diferido (como el despido de Bárcenas)
sin los riesgos del directo. Todo lo cual debe ser inscrito en la
fabulosa y demencial tomadura de pelo con que los actuales gobernantes
obsequian a los contribuyentes un día sí y otro también. Como cuando el
director de la Agencia Tributaria se niega a facilitar al Congreso la
lista de Los Setecientos (715, según el último cómputo) altos cargos y
personajes públicos, presuntos defraudadores. Pero deja caer que dispone
de datos al respecto que son "la repera patatera". Qué cachondo, el
tío.
Ayer mismo, la vicepresidenta Sáenz de Santamaría
llamó a la amnistía fiscal por su nombre sin cantearse ni pedir perdón.
Entre ella y sus otros colegas han creado una atmósfera tan alucinante
que si ahora saturasen de ácido lisérgico el agua del grifo... ni lo
notaríamos.
Así que los analistas, los blogueros, los adictos a las redes y la
ciudadanía en general se han pasado en bloque al sarcasmo cuando de
describir la realidad se trata. En un Reino tan saqueado, el chiste fue
siempre la mejor válvula de escape. Ahora, hasta un articulista tan
formal como Javier Marías ha de ponerse satírico para comentar la candidatura de Esperanza Aguirre a la alcaldía de Madrid. Los humoristas profesionales no dan abasto. Quienes afirman, con el mejor ánimo sistémico, que las cosas no andan tan desmadradas como aseguramos los extremosos se dan de bruces con un pitorreo institucional descarado y demoledor. Este saqueo es... la repera patatera.
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