Por vez primera desde que convoca a las masas, Podemos lució
ayer a su máximo dirigente en Zaragoza sin completar el aforo. Algo más
de media entrada en el Auditorio. Será que la gente se cansa, o que el
acto no estaba bien anunciado. De todas formas, tampoco se le oyó a Iglesias decir nada nuevo. Es difícil animar los argumentarios tras más de un año dando la matraca. Y lo que queda.
A Pablo el Coletas
le pasaron las preguntas del respetable por escrito. Y él ofició con
dominio de la situación (el público estaba entregado) y sin salirse un
milímetro de lo que viene diciendo últimamente. Es difícil saber si el
secretario general de Podemos, cuando se suelta la lengua y dice cosas
que arman revuelo, es porque se deja arrastrar por su personaje más
airado e inconveniente o por necesidades de un guion que le exije estar
de manera permanente en los medios y las redes. De hecho, a Iglesias y
los suyos ya les viene bien que el PP les haya definido como el
adversario a batir y que desde el núcleo duro del sistema se les ataque
sin piedad. Esto deja en segundo plano los errores más concretos y
tangibles de una formación que se envuelve en los ideales del 15-M pero
debe garantizarse una organización y una disciplina interna funcionales.
Al margen de los retos que ha de afrontar, Iglesias juega con la ventaja adicional de que el establishment, en sus versiones política y económica, es un desastre. El patinazo de la estelada,
por ejemplo, trasciende el simple error de una delegada del Gobierno
ultraderechista. Es otro ejemplo de cómo el PP da cuerda a sus
adversarios (en este caso los independentistas catalanes) al intentar
amarrar el voto de sus incondicionales más reaccionarios. Y luego, la
corrupción. Vaya tela.
¡Ah!, y en cuanto a lo del vino y la
concejala-diputada de Ciudadanos, pues qué puedo decirles. Para
convertirse de la noche a la mañana en una formación con presencia y
actividad en toda España, el partido de Rivera se ha nutrido de
todo tipo de personajes: rebotados y desertores, cuadros improvisados,
amigos o parientes de..., ambiciosos, idealistas. Sumilleres es lo que
debe faltarle.
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