Como ya sabrán vuesas mercedes, Inspección de Trabajo, en Zaragoza y
al parecer en el resto de España, ha detectado la existencia de bares
que programan música en directo. Se trata de modestos locales donde
actúan grupos de jóvenes que empiezan o de veteranos que siguen con el
gusanillo del R&R. Ni unos ni otros, por supuesto, viven de los
conciertos y los discos. Tocan en los garitos a cambio de lo que sacan
cobrando una entrada simbólica, y con eso pagan la furgoneta y el
bocata, si llega. Cuando vienen de fuera duermen en casa de amigos o en
alguna pensión barata. Se traen su peña de admiradores: novias/os,
padres y madres, colegas... Bueno, pues ahora el Ministerio se empeña en
que esta gente pague Seguridad Social por cada actuación. Un
subinspector recorre los locales advirtiendo de la obligación y
comunicando desorbitadas multas. Los afectados por la cruzada le dicen
que, hombre, por favor, esto no es ningún negocio sino una actividad
cultural muy elemental, no se trata de artistas profesionales (en cuyo
caso ya cotizarían como autónomos), no hay ingresos de los cuales
deducir cuota alguna, no... me joda, ¡que si me sanciona tengo que
cerrar! Pero el probo funcionario completa su informe: cuatro músicos,
el que monta el sonido, el menda de la puerta y el del merchandising (o sea, el que vende los cedés grabados en plan doméstico y tal vez unas camisetas ad hoc), total 180 o 200 euros. Mucho más de lo que se suele ingresar. Increíble.
Tan estricta aplicación de la norma resulta muy reveladora. Aquí, en
España, la corrupción no está generalizada gracias a que el funcionario
de base no exige mordidas y a que la ciudadanía de a pie no sólo
cumple a rajatabla, sino que sus posibles deslices son vigilados por el
Gran Hermano hasta llegar al extremo. Ahora bien, en la cúpula de la
pirámide social las cosas son distintas: allí no hay normativa que valga
ni ley ni leches. Las élites, como sabemos, viven en otro mundo y se
rigen por otras reglas.
Además, este Gobierno en funciones odia
la cultura y el rock. Para meterlos en cintura, nada mejor que una buena
dosis de Seguridad Social.
No hay comentarios:
Publicar un comentario