Día tras día, las teles meten en sus informativos la imagen
implacable del humo negro que se eleva del ¿ilegal? cementerio de
neumáticos de Seseña. Verla me produce un tremendo agobio. Porque no
solo constituye un símbolo aplastante de tercermundismo, contaminación
extrema y corrupción definitiva, sino porque es el icono de una España
que se ha ido de madre, un país mal gobernado y peor administrado, un
desastre. Esos miles de ruedas ardiendo una jornada y otra más, ese humo
venenoso que aureola los bloques construidos por el Pocero sintoniza
con oscuras noticias: los escándalos políticos, el fraude fiscal, las
estafas financieras a gran escala... la mentira constante. En la espesa
nube que llena el cielo de ponzoña flotan ERE trucados, papeles de
Panamá, gürteles y púnicos, sociedades opacas, prevaricaciones a manta,
puertas giratorias y maletines. Seseña es, al mismo tiempo, el
altoaragonés barranco de Bailín saturado de lindano, la balsa de
Aznalcóllar, los vertederos de todo tipo (donde ya opera la Camorra
napolitana), la central nuclear de Garoña y otras macromierdas por el
estilo... Ayer supe (lo dijo TVE) que en Fuerteventura hay otro
megadepósito de neumáticos usados. ¡Válgannos los dioses!
Nos
preguntamos cómo pudo ser que durante más de quince años el vertedero de
Seseña fuese acumulando toneladas y toneladas de ruedas sin que ninguna
administración hiciese nada efectivo para evitarlo y poner aquello bajo
control. Pero el PP y el PSOE, padre y madre del maldito monstruo, se
limitan a acusarse mutuamente, desvelando su profunda miseria política.
Es obvio que alguien untó a alguien, que tras el cementerio de caucho se
movían organizaciones criminales... ¿Quién preparó el incendio justo
después de que aquello se quedase sin vigilancia y sin seguro?
Ahora mismo, esos dos partidos que solemos calificar de sistémicos
andan de campaña y nos alertan contra otros que, segun dicen, son
novatos, ignorantes, radicales, comunistas y populistas. A cambio, ellos
nos venden responsabilidad, eficacia, experiencia y moderación. O sea,
Seseña.
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