La política aragonesa está atascada, ¿quién la desatascará? Es
evidente que el largo paréntesis de duda y desconcierto que reina en
todo el ámbito institucional español repercute en la parálisis de aquí.
Pero no es sólo eso. En la bendita Tierra Noble reina además una especie
de ausencia generalizada que convierte el juego (dentro y fuera de las
instituciones) en un billar sin bandas, donde las bolas se pierden por
los límites de la mesa y unos tiran sin saber muy bien para qué
(¿carambola?, ¿tronera?) mientras otros se limitan a mirar, ausentes o
enfurruñados.
El principal problema radica en la incapacidad de las izquierdas para
pactar la gestión de las principales instituciones. Los desencuentros
entre PSOE y Podemos-ZeC han debilitado la capacidad gestora tanto del
Gobierno de Aragón como del Ayuntamiento de Zaragoza. Ambas fuerzas se
cruzaron apoyos para elegir presidente a Lambán y alcalde a Santisteve. Pero luego se han enfrascado en un rifirrafe que no lleva a parte alguna.
La cosa aún es peor si consideramos que en el PSOE no hay manera de
renovar el liderazgo y las ideas. En el Ejecutivo autónomo se limita a
capear la ruina. En Zaragoza, su grupo municipal ha elaborado al fin su
propio catálogo de medidas de gobierno, sin salirse del más
rancio recetario ni dibujar modelo de ciudad alguno, déficit este que
también se dejó notar en las propuestas previas de ZeC.
Podemos, prisionero de sus principios más abstractos, se muestra
incapaz de vincular su acción de oposición o de gobierno a los asuntos
concretos y cotidianos que afectan a la mayoría social. Echenique,
muy ocupado en sus funciones orgánicas, no conecta con los conflictos
sociales que trascienden los habituales clichés del repertorio alternativo. ¿Y cómo funcionará a partir de ahora la alianza con IU?
CHA, con el agravio a flor de piel, ni quiere estrechar su relación
con el PSOE (junto al cual gobierna Aragón) ni se arrima al bloque
Podemos-IU. Por vez primera, no se presentará a las elecciones
generales.
A su vez, la derecha tira de argumentario nacional y de demagogia
local. Nada más. Incluso su portavoz municipal en Zaragoza, el belicoso Azcón, da muestras de cansancio. Rudi
discursea sin convicción alguna. PP y PAR (y ese es otro problema
importante) se están limitando a esperar que el poder institucional
vuelva a sus manos por no se sabe qué ley de la gravedad. Al tiempo, su
posible competidor, Ciudadanos, no da apenas señales de vida, salvo
cuando alguno de su cargos aparece en los Papeles de Panamá o monta un pollo en un restaurante. El ámbito conservador sestea mientras sus mentores económicos siguen a lo suyo: el negocio.
A ver qué pasa después del verano, porque hasta entonces...
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