España era un verbenazo (que rima con pelotazo). Luego, de repente,
se fueron apagando las luces y la noche se tragó nuestra autoestima
mientras descubríamos que teníamos los bolsillos vacíos. No sólo
habíamos gastado demasiado en copas y fanfarria sino que, en medio del
jolgorio, nos habían robado la cartera. Fuimos a Comisaría, a denunciar
lo ocurrido, pero el poli de guardia volvió la oración por pasiva, nos
acusó de ladrones, nos metió entre rejas y, si protestábamos
educadamente, iba agregando nuevos delitos al atestado: resistencia a la
autoridad, agresión, insultos... Estamos estupefactos y aterrados.
Somos personajes en un relato de Kafka. Pronto nos declararemos
culpables de cualquier cosa que nos atribuyan, ofreceremos nuestro
futuro como fianza y esperaremos una sentencia severa e inapelable.
Hasta Cristiano Ronaldo anda triste, según leo. Se ha enterado de
que cuando renueven su contrato le aplicarán las retenciones íntegras
por IRPF y quiere que eso lo pague Florentino para que él siga disponiendo de sus doce millones anuales netos. ¡Ay, madre!
En este remolino que engulle nuestras ilusiones todo tiene que ver con
todo. ¿Acaso no fue Bankia la entidad que aportó el crédito para fichar
al hoy triste CR7? ¿Y no estamos adelantando a esa misma Bankia
los miles de millones que recortamos a la educación o la sanidad? Así,
por vez primera en muchos cursos escolares, las clases se abrirán con
más alumnos y menos profesores. Pero no desmayemos: Rajoy pasó
por su natal Galicia y prometió que aquella Comunidad no se quedará sin
su AVE; ni Extremadura (aunque la línea a Lisboa no sea posible).
Estamos tristes, estamos arruinados, nos han estafado, pero la verbena
aún deja oír sus ecos. Seguiremos siendo el país europeo con más líneas
de alta velocidad deficitarias. Por la misma regla de tres, ACS, la
empresa de Florentino, el presidente del Real Madrid y patrono de
Ronaldo, no va a dar dividendos pero su Consejo se repartirá sesenta
millones en acciones.
Esto ha llegado demasiado lejos. Pero el viaje aún no acaba. Es la realidad, que diría Rajoy.
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