España empezará el curso con más alumnos y menos profesores. Aragón
también. Dijeron los jefes que tal cosa no ocurriría, pero el monstruo
ya entra por la puerta (encima el Gobierno de la Tierra Noble ha sacado
pecho para presumir de que sólo se pulirá 450 interinos). Qué guay, ¿verdad?
Nada es descartable. Algunos ministros negaron tajantemente (hace apenas unos meses) que España fuese a crear un banco malo, pero ese engendro también se nos viene encima. No íbamos a ser rescatados, pero el rescate-banca es un hecho, y si Merkel está de buen humor nos enviará seguidamente el rescate-país a cambio de que Marianico liberalice de una vez el despido, rebane las pensiones, dé luz verde a los minijobs, se afeite la barba y cante el Deutschland über alles
encaramado en la puerta de Brademburgo. Es muy meritorio que la
inspección de Trabajo en Aragón cace en los cotos del empleo sumergido.
Pero lo cierto es que en un unos meses más todos vamos a estar bajo el
agua (ya la tenemos al cuello). Glu, glu.
Nuestros jefes
(electos, por supuestísimo) han hecho de la tergiversación y la mentira
un hábito y no son capaces de distinguir entre lo cierto y lo incierto.
Con ellos, una nube de opinadores, expertos, académicos y consultores
cavan afanosamente en el fondo del oscuro pozo, directos al Infierno.
Miles de niños no irán este curso a los comedores escolares (les han
dejado sin beca y sus familias no pueden con los cien euros al mes).
Queda sólo una duda: ¿cuántos de ellos perderán así la única comida
decente que hacían al día?
Tremendo. Cada recorte, cada cabronada
apenas sirve para seguir pagando intereses de una deuda creciente.
Aunque se reduzca o se elimine el déficit esa deuda aumentará (véanse
Grecia y Portugal) si el tipo de interés devengado es mayor que el
incremento del PIB nominal; justo lo que hay. Nos acuna la estanflación
(sube el coste de la vida, bajan los ingresos). Todo es posible. Ryanair
vende vuelos a Zaragoza con el Ecce Homo de Borja como reclamo.
¡Súbanse al avión subvencionado, damas y caballeros, y vean la
maravilla! Adiós, veraneo, ¡adióóós!
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