Qué opinas sobre lo que dijo Rajoy por la tele?, me preguntan.
Y yo respondo: Pero... ¿qué dijo exactamente? ¿Cómo analizar unas
declaraciones según las cuales medidas políticas y económicas
fundamentales para nuestro futuro pueden ser, o no, o sí, o tal vez, o
lo que corresponda "al interés de España"? ¿De qué forma cabe calificar a
un presidente del Gobierno cuyas palabras se pierden en la niebla, que
no establece ningún compromiso y lo deja todo en el aire? "Eso que todo
el mundo llama rescate", decía el gran hombre como si hablase de algún
impenetrable misterio de la naturaleza.
Mariano tiene un problema
(que automáticamente pasa a convertirse en el problema de todos): no
sabe qué hacer. Llegó al poder convencido de que su propia presencia en
La Moncloa actuaría como un Deus ex machina que alejaría el
peligro por arte de magia. Ahora ya se va dando cuenta de que el
prodigio no es consustancial con su propia persona, pero sigue esperando
que se produzca de una manera u otra. Probablemente, cuando vienen a
verle (y a leerle la cartilla) colegas como el finlandés del otro día,
imagina que traen bajo el brazo ese milagro que nos sacará de la
pesadilla. Mientras, sigue con la muletilla del déficit, sin entender
que jamás lograremos cuadrar las cuentas públicas si los intereses de
nuestra deuda crecen sin parar mientras nuestros ingresos disminuyen y
encima hemos de pagar a escote el agujero financiero inmobiliario. Mirémonos en el espejo de Grecia o Portugal: pura ruina.
Ya no me interesa tanto lo que dice Rajoy (el hombre que miente con toda franqueza, según lo ha descrito Carbonell),
como lo que está ocurriendo en la calle. Treinta y tres mil niños
aragoneses se han quedado sin beca para comedor y libros aunque cumplían
los requisitos. Ése es el drama. Guindos ha advertido que en
tres meses no habrá dinero para las prestaciones sociales. Los
pensionistas están cagaditos de miedo. Los copagos amenazan por doquier
(a los enfermos crónicos, a los discapacitados, a los dependientes). Y
el presidente del Gobierno dice (o no dice) que... ya veremos.
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