Los negocios de expectativa son la quintaesencia de la
especulación, un truco destinado a ganar pasta sin arriesgar un céntimo.
Cabía suponer que este tipo de juegos malabares se acabaría
definitivamente tras el estallido sucesivo de las burbujas financiera e
inmobiliaria. Pero no, la cosa aún da juego. Y fíjense: desde que se
hizo oficial que Eurovegas irá (ya veremos a qué) a Madrid, las
acciones de las inmobiliarias que cotizan en Bolsa han empezado a subir.
Metrovacesa, que por lo visto tiene terrenos en la zona donde
supuestamente irá el complejo de ocio adulto, ha duplicado su valor en
unos días. Los seis bancos que poseen dicha compañía están haciendo caja
sin que el proyecto de Adelson sea algo más que una oferta
indefinida, sin financiación, sin un diseño claro, sin operadores... Eso
sí, al capo de la operación le sobran osadía y cómplices.
En un negocio de expectativa
lo que cuenta es vender el proyecto, que ha de ser sugestivo, potente y
muy prometedor (en imagen, en inversiones, en puestos de trabajo). Los
promotores no van a poner dinero (apenas el imprescindible para
presentarse en sociedad e incluso eso puede correr por cuenta de alguna
institución), pero dan a entender que sí. A partir de ahí, establecen
conexiones políticas, fundamentales para obtener respaldo institucional,
normativa ad hoc, terrenos, infraestructuras, imagen... todo por la
cara y a cuenta del contribuyente. Así se crea marca, se configura un
imaginario y se puede empezar a rentabilizar la operación. ¿Cómo?
Vendiéndola entera o por partes (dar el pase), captando socios,
atrayendo operadores, obteniendo créditos. Naturalmente hasta ese
momento no se ha hecho nada. Tal vez nunca se haga. Eso no es lo
importante. Se ofrece humo, ilusión... expectativa.
Verbi gratia,
Gran Scala. Sus gestores eran unos mindundis y su ambicioso plan les
venía grande: pero llegaron lejos. Su peripecia fue estudiada por
personajes con más cuajo. De ahí han surgido Eurovegas y su versión
catalana. El entusiasmo que han despertado evidencia que España sigue
siendo un pobre país de sinvergüenzas e ilusos. Que los dioses nos
protejan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario