Convocado sin un patrocinio claro y con unos objetivos políticos
sorprendentemente ingenuos e incoherentes, el 25-S convocó en Madrid una
verdadera muchedumbre, lo cual indica hasta qué punto está socarrado el
personal. Por supuesto. la cita en torno al Congreso resultó ser una
encerrona. El Ministerio del Interior no sólo había preparado las
habituales barreras para blindar el área de Plaza de las
Cortes-carrera de San Jerónimo y la zona de Génova. También había
situado policías fuera, en contacto directo con los manifestantes:
agentes uniformados y pertrechados con material antidisturbios... y
agentes de paisano infiltrados entre la gente. Si aquello no estaba
encaminado a provocar sucesivas situaciones de tensión, será que ando
paranoico perdido. Pero luego, cuando llegaron las cargas y la aparente
confusión de los enfrentamientos, las tomas cenitales de las
televisiones recogieron no sólo la desproporcionada actuación policial
sino las maniobras de individuos vestidos con sudaderas, encapuchados y
muy bien entrenados que encendían una y otra vez la mecha de la
violencia, y más tarde (¡oh, sorpresa!) incluso ayudaban a practicar
detenciones.
Confusión y peligro. Eso sí, en el interior del Congreso el Pleno discurrió con normalidad.
Durante los debates apenas había medio centenar de diputados en el
Hemiciclo. A lo mejor era una forma de solidarizarse con los
manifestantes del exterior dándoles la razón. Al tiempo, en Barcelona, Mas
anunciaba que convocará un referéndum de autodeterminación "en
cualquier caso". Por la noche, en Intereconomía, un joven diputado del
PP advirtió (¿amenazó?) que en este plan vamos camino "de otro 18 de
Julio".
Ayer, ya lo vieron, hubo más manifestaciones y más
crispación en Madrid (también en Zaragoza). Al ministro del Interior
todo esto le parece "espléndido". Rubalcaba cree, a su vez, que no es momento de enredarse en discusiones sobre el orden público.
El plano general mostraba y muestra una democracia de baja intensidad.
Ése y no otro es el peligro: la degeneración del Sistema.
(Continuará)
* ¿Leña y punto? Miguel A. Sanz
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