La semana pasada, en Castejón de Sos, se celebró el X Encuentro de
Periodismo en Altura, que incluyó una mesa redonda con la participación
de la magnífica Rosa María Calaf y los corresponsales en Bruselas de El País y Cinco Días, Andreu Missé y Bernardo de Miguel. Estos dos últimos, autores de sendos libros (La crisis del euro y ¿Qué está pasando?),
son dos espléndidos analistas de la actualidad económica y ya
ejercieron de tales en Zaragoza, en una presentación que tuvo lugar en
el Teatro Principal.
El caso es que, en algún momento del debate
entre mis colegas (con la participación del público asistente), se
planteó una de las cuestiones claves en este barullo de la crisis
financiera: ¿existe una conjura contra el euro? Y si así fuera, ¿quién
estaría detrás de ella?, ¿a quién podría beneficiarle el colapso de la
moneda europea? Missé y De Miguel repasaron posibilidades y evaluaron
móviles hasta alcanzar una conclusión lógica: ni China ni EEUU desde
fuera ni Alemania desde dentro habrían de tener interés alguno en
desarticular la economía de la desnortada UE. Más bien al contrario. No
hay pues razones objetivas para este guirigay. Salvo...
Salvo que
pongamos el foco sobre otros actores del drama. Entonces nos
encontraríamos con que la desregulación de las finanzas y el vacío
político han incrementado de manera exponencial el poder de la banca y
los grandes fondos de inversión. En un universo global sin ley ni orden,
las macroentidades financieras son el poder real y quienes toman las
decisiones dentro de ellas (altos directivos, superbrokers y
agentes capaces de mover en segundos enormes cantidades de dinero) son
auténticos amos del universo, locos y caprichosos dioses adictos al gran
juego del beneficio inmediato. Estas gentes están metidas en una
vorágine imparable. Con el riñón bien cubierto por ingresos
multimillonarios, imaginan apuestas cada vez más arriesgadas y les
importan un rábano las consecuencias a medio y largo plazo de sus
tejemanejes. Amorales, destructivos, inhumanos... O acabamos con ellos o
ellos acabarán con nosotros.
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