domingo, 2 de septiembre de 2012

Saber (o no) lo que se hace con nuestro dinero 20120902

De repente sabemos que el Gobierno de Aragón subvencionará con 4.000 euros la promoción del golf o que destinará otros 9.000 a Torreciudad, el santuario del Opus. Aunque las cantidades no son para espantar a nadie, éstos y otros datos similares publicados en el Boletín Oficial de Aragón (BOA) están causando la perplejidad e incluso el mosqueo de amplios sectores de la opinión pública. No se entiende cómo hay dinero para objetivos aparentemente secundarios mientras treinta y tres mil niños aragoneses (y las correspondientes familias) se quedan sin becas para libros o comedor.
Pese a todo, una cosa es cierta: el actual Ejecutivo autónomo aragonés está incrementando de manera notable la transparencia de su gestión. Subvenciones, convenios y contratos aparecen puntualmente en el BOA, donde quedan sometidos al examen de los medios y la ciudadanía. No fue así en el inmediato pasado. En lo que se refiere al uso del dinero del común, la anterior Administración actuó de manera mucho más opaca. Y ello ocurrió justo cuando más generoso fue el Pignatelli con quienes requerían su atención y sus favores. Ya he dicho en otras ocasiones que Rudi está diciendo no (al menos en algunos casos) a quienes Iglesias decía sí, lo cual no deja de causar consternación en los poderes fácticos habitualmente conservadores.

Sin embargo la transparencia no llega a todas partes. La corporación de empresas públicas, enorme conglomerado que mantiene una plantilla promedio de mil y pico empleados y acumula una deuda superior a los ochocientos millones de euros, es una zona oscura llena de arbitrariedades, como ha desvelado la Cámara de Cuentas. El consejero de Hacienda, José Luis Saz, pone cara de duelo cuando se le menciona el tema de estas sociedades, que han contratado personal y servicios sin control alguno y han comprometido fuertes sumas (no miles sino millones) en operaciones confidenciales. Nadie duda (y Saz, seguramente, tampoco) de que una revisión rigurosa de las cuentas de Aramón, Motorland, PlaZa, ExpoZaragoza, Zaragoza Alta Velocidad y otras desvelaría una dimensión del problema aún mayor. Y sin embargo, Aramón quiere ampliar Cerler con una inversión inicial de más de ciento cincuenta millones y Motorland maquilla sus enormes pérdidas succionando cada año decenas de millones del fondo Especial de Teruel.

El derecho a saber cómo se gasta nuestro dinero es fundamental. Tal vez produzca revuelos, incomprensiones o reacciones negativas por parte de una ciudadanía justamente escamada, pero es una condición imprescindible para sostener la calidad de nuestra democracia y para que todos podamos hacernos una idea de para qué hay recursos y para qué no. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario