Este jueves, la Fundación Sindicalismo y Cultura de CCOO montó una
mesa de partidos (de izquierdas) para pulsar sus propuestas ante las
próximas elecciones autonómicas. Allí se alinearon Pablo Echenique (Podemos), Luis Ángel Romero (IU), José Luis Soro (CHA) y Florencio García Madrigal (PSOE). Servidor hizo de moderador. Se llenó la sala, introdujo el jefe de Comisiones, Julián Buey,
y empezó la función. Dos horas y media después hubo que bajar el telón
cuando todavía había una docena de asistentes con ganas de hacer
preguntas y aún no acababa yo de tener claro cómo (con qué recursos
económicos, mediante qué reformas) piensan aplicar sus programas las
distintas fuerzas políticas progresistas.
En este caso hablar de programas no deja de ser una concesión al
relativismo. IU y CHA manejan una batería de medidas (bastante
similares), cuya financiación vinculan a una presión fiscal más
progresiva y a la obtención de mayores recursos provenientes de la
Administración central (además, los aragonesistas quieren crear una
agencia tributaria propia para perseguir el fraude). El PSOE se remite
al catálogo socialdemócrata y al sostenimiento de los servicios
públicos. Todos hablan de crear empleo a partir de medidas políticas y
de un nuevo diálogo entre sindicatos y patronal. Podemos esquematiza al
máximo su alternativa porque, en palabras de Echenique (aplaudidísimo),
lo único necesario para el cambio es "la voluntad política".
En este acto el público no era fácil. Pero aceptó con aparente
entusiasmo los argumentos de los asistentes, sobre todo cuando Soro y
Romero anunciaron que por CHA e IU no ha de quedar a la hora de
asociarse para llegar al Pignatelli si las izquierdas suman 34
diputados, o más, en las Cortes aragonesas. García Madrigal fue un poco
más evasivo: ¿Volveréis a pactar con el PAR?, le preguntaron. No
--contestó--... porque el PAR va a desaparecer. Echenique se remitió a
lo que determinen sus bases cuando llegue el momento, pero se cubrió
advirtiendo que, si las izquierdas han de agruparse para apoyar un
gobierno como el que ha gestionado Andalucía en los últimos lustros...
pues no. El de Podemos es capaz de insuflar entusiasmo y verosimilitud a
un discurso naif, a través del cual simplifica la construcción
del futuro: Habrá dinero --asegura con singular desparpajo-- porque se
acabará con la corrupción y las administraciones serán más eficientes y
austeras; luego... bastará con que los expertos aporten soluciones.
¿Quién mejor que la gente de Marea Blanca --dijo-- para proyectar la
recuperación de la sanidad pública?
Es posible que las izquierdas sumen los 34 diputados. Entonces habrán
de recorrer el trecho que va de los deseos a la realidad. Largo,
larguísimo trecho.
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