El sábado, TVE abrió su telediario con sucesivos cortes de un mitin de Rajoy.
El gran jefe irrumpía sin complejos en la jornada de reflexión andaluza
(sí, ese día neutral que a muchos nos trae sin cuidado, pero que el
jefe del PP y los suyos han sacralizado... de boquilla). El presidente
del Gobierno español sacó su vis más cómica, alertando al personal sobre
los adanes y zascandiles que pueden poner en peligro
la bendita estabilidad. El exordio, con esa terminología decimonónica y
zarzuelera, resultaba tan ridículo, que era inevitable relacionarlo con
un inminente desastre en el patio electoral sureño. 36 horas más tarde,
el PP sufría efectivamente una derrota sin paliativos ni parangón: medio
millón de votos menos, una caída de 14 puntos, 17 escaños al garete. La
catástrofe. Don Mariano, según cuentan, se ha quedado tan tranquilo. Su
hombre sobre el terreno, Moreno Bonilla, se permitió
ayer el lujo de ofrecer una de esas denigrantes ruedas de prensa sin
preguntas, como si no hubiese pasado nada. Sin embargo, este puede ser
para el PP el primero de una larga serie de desastres.
Susana Díaz ganó su propia apuesta. Con 120.000
votos menos, con cuatro puntos por debajo del 2012... Pero con los
mismos diputados de la última vez, 47. Seguirá gobernando. Todo un
exitazo, si se tiene en cuenta que el PSOE es un partido-zombi... cuya
resurrección, de repente, ya no parece tan imposible. Claro que queda
por ver si esta triunfal salvación de los muebles puede tener algún
futuro reflejo en el resto de España, porque Díaz ha emergido este 22-M
como lideresa de un nacionalismo andaluz que se asienta sobre el más
obvio populismo chavista (de Manuel Chaves, que no del venezolano Hugo Chávez). En todo caso, a los socialistas españoles se les ha aparecido la virgen (de la Macarena, del Rocío, la que quieran). A Pedro Sánchez, no sé.
El bipartidismo aguanta, aunque más imperfeccionado que
nunca. Se sostiene gracias a que el sistema electoral (las
circunscripciones provinciales) ralentiza la erosión del llamado voto
útil. Pero los nuevos ya están ahí. Han llegado... y van a dar mucha
murga.
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