viernes, 10 de agosto de 2012

¡Ay, maños, cuando llegue septiembre! 20120810

Entre los datos que nos advierten sobre la futura evolución de la economía figura el desplome en julio del índice de confianza de los consumidores (ICC). Lo cual significa que en los próximos meses esto va a ser una hecatombe. Todo el mundo mira con aprensión la fecha terrible, el 1 de septiembre, cuando suba el IVA (subida tremebunda en nos pocos productos esenciales que hasta ahora tenían tasas reducidas), haya que disponer la vuelta al cole (o a la universidad) y se hagan más visibles las consecuencias de los recortes, los copagos, la reducción de servicios y todo lo demás.

A veces escribo sobre la incongruencia que supone esa (inducida) aversión al sector público que se ha extendido entre muchas personas de clase media-media y media-baja, cuando ellas mismas dependen en gran medida de las prestaciones que ofrece dicho sector. Parece increíble, pero no poca gente, directa beneficiaria de la educación, la sanidad y de toda la cobertura asistencial proporcionada por el Estado, ha sido incapaz de visualizar tales ventajas. Y ahora, cuando la abuela tiene que pagar el 10% de las medicinas, los libros del crío se ponen en más de 200 euros, desaparece la beca para el comedor escolar, aumentan las listas de espera en las consultas de los especialistas y suben las matrículas universitarias (además de los cuadernos, la plastilina o el cine), una amarga sorpresa y una ciega furia se apoderan de las personas menos avisadas. Porque además todo eso coincide con una reducción generalizada de los salarios y un imparable aumento del desempleo.

En septiembre, la verdad caerá sobre nosotros con todas sus consecuencias. Y aunque parezca mentira todavía pillará de sorpresa a quienes durante los últimos años no han logrado entender la complejidad de esta crisis y las razones por las cuales, mientras España se cae al pozo, un compatriota nuestro, el exitoso empresario Amancio Ortega, ha incrementado su fortuna personal en un 32% durante el último año (38.000 millones de euros para él solito) y ha escalado al tercer puesto en las lista de los más ricos del mundo. Hay que joderse, oye. 


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