Ayer tuve que decidir si empezaba (o no) agosto poniéndome las
consabidas gafas de sol y dándole un aire más frívolo y tontorrón a este
artículo mío y de ustedes. Opté por saltarme el folklore veraniego esta
vez, porque no está el horno para bollos ni para bromitas. Luego, un
amigo me advirtió de que corrían noticias sobre una eventual
investigación judicial relacionada con los negocios de Sheldon Adelson (el promotor
de Eurovegas) en Macao. Dudé si tirar de ese cabo y dejar para otro día
el tema del tranvía zaragozano. Pero como lo del capo del juego y el
ocio adulto aún está un pelín crudo (podrían llamarle a declarar por
tolerar la prostitución en sus casinos y sobornar a ciertas autoridades
chinas), acordé conmigo mismo mantener el plan inicial: servirles cuarto
y mitad de problemática tranviaria, que siempre sale jugosa.
Ahora mismo, el PP zaragozano se ha empeñado en que los raíles lleguen
hasta Arcosur... o no da su plácet a la modificación del plan
urbanístico de dicho barrio. Hemos de suponer que tal maniobra tiene por
objeto polemizar, dar la vara, intentar que se retrase la llegada del
tranvía a Delicias y zancadillear el plan en su conjunto. Porque, ojo,
estamos ante el único proyecto habido en Aragón en estos últimos veinte
años cuyas expectativas de negocio se van cumpliendo incluso mejor de lo
previsto. Inaceptable, ¿no?
El tranvía está destinado a ser lo
que ya fue: un servicio público útil, económicamente sostenible, limpio e
innovador, desarrollado y fabricado en la misma Zaragoza. Pero ha
tenido implacables enemigos. Sus mayores detractores no claman desde los
barrios del Norte o del Sur (¿han oído alguna queja procedente del
Actur pese a lo molesto de las obras realizadas allí?) sino de ciertas
zonas del Centro, donde los nostálgicos del desarrollismo sesentero se
han revuelto contra el único programa transformador que sigue activo en
la capital aragonesa.
Y ahora quieren (las piadosas gentes de orden) llevar el flamante Urbos hasta el más lejano Sur. Para producirle un agujero de tres millones anuales. A ver si así descarrila de una vez, ¿eh?
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