Sería de cínicos no asumir que las cuentas del Gobierno de Aragón y
el Ayuntamiento de Zaragoza, estaban ya peladísimas. Ésa es una
circunstancia indudable, evidente y, aunque sabida y anunciada,
insoslayable a la hora de analizar hoy las tribulaciones de quienes se
han puesto al frente de ambas instituciones. Pero resultaría igualmente
perverso olvidarnos de que la ciudadanía, la gente, votó a esos nuevos
gestores políticos para que administren la pasta común de otra manera.
Si no pueden o no saben o no quieren hacerlo tendrán que dar muchas
explicaciones. La clave del asunto es simple: quienes se han puesto al
frente de ambas instituciones habrán de ser muy selectivos y eficientes
en el gasto para mantener y recuperar los servicios públicos, y tendrán
que buscar fuentes de ingresos socialmente más justas y equilibradas,
porque seguir exprimiendo a los asalariados de nivel medio no es
sostenible ni soportable. Si no, tanto PSOE como Podemos o la plataforma
Zaragoza en Común estarán perjudicando a quienes les votaron. Una
locura.
Es cosa sabida que en este país los verdaderos ricos no ponen un
céntimo, porque sus ingresos y patrimonios suelen ser inaprensibles; sin
embargo quienes viven de un sueldo acaban acribillados porque su
economía es transparente. La declaración anual de IRPF es el único
baremo para clasificar a los contribuyentes (a la hora de obtener una
ayuda familiar, una beca o exención). Pero tal declaración sólo es
verosímil cuando se basa, como digo, en una nómina. Para colmo, la
financiación de autonomías y municipios está muy mal planteada. Hacienda
(el Ministerio) se reserva la última palabra, y establece condiciones
que atan a las demás administraciones.
Pero a todo esto hay que darle la vuelta. ¿Cómo? Con decisión
política... y con conocimiento. La pasta debe salir de donde sale en el
mundo civilizado: de quienes más tienen. Aquí son éstos los que no sólo
pasan de largo a la hora de pagar, sino que suelen ser los primeros a la
hora de pillar del erario. Si los nuevos gobiernos quieren cumplir con
lo que se espera de ellos, deberán ponerse serios.
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