Si las apariencias no engañan (que no suelen engañar), Rajoy y Mas
están listos para interactuar y apoyarse mutuamente en sus respectivas
jugadas electorales. El uno (Mariano) ha empezado el curso político
metiendo en campaña al politizado y manipulable Tribunal Constitucional,
lo cual le ha parecido maravilloso al otro (Artur) quien en la noche
del martes resplandecía mientras se atrevía, con toda su jeta, a
pontificar sobre el Estado de Derecho. Dicen que ambos presidentes se
repelen mutuamente, pero la política ha acabado hermanándoles y ahora
transitan por la vida en trayectorias paralelas, conscientes de que
tienen un interés común. Normal: los dos están en horas bajas, dirigen
partidos corroídos por la corrupción, son aficionados a los trucos y las
mentiras, manejan el poder sin escrúpulos ni concesiones éticas o
estéticas... y van a lo suyo; España y Cataluña, en realidad, les
importan un huevo.
Lo de la reforma exprés del Constitucional es una maniobra electoral
pregonada. Tanto que llevaron a presentarla en el Congreso al candidato
del PP en Cataluña, que ni es diputado. "Se acabó la broma", dijo el
tío. A la mierda los disimulos. Rajoy aspira a que el tal Albiol,
al fracasar definitivamente en las urnas catalanas, le consiga votos en
el resto de España. Por lo mismo, se fue a Berlín a rendir vasallaje a
la emperatriz del Neoimperio Germánico y recibir su espaldarazo. A Mas,
por supuesto, la cosa le ha venido de perlas. Su tramposa vía hacia la
independencia, carente de garantías democráticas, solo puede
justificarse mediante el victimismo y la escenificación de un choque de
trenes que tape la mierda del 3%. Así, los Romeva y demás trampantojos progresistas que le acompañan en la candidatura soberanista pueden justificar el desdichado papel que juegan en la farsa.
Tal para cual. Y mientras la UE (controlada por los conservadores y
sometida al rigor del ultraliberalismo económico) vive momentos
especialmente trágicos, aquí nos entretienen con ese mísero teatrillo
nacionalista. Los españoles y los catalanes con vocación europea y
universal estamos hartos, inquietos... y cabreados.
JLT 03/09/2015
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