Las dificultades que puedan tener el Gobierno aragonés o el
Ayuntamiento de Zaragoza (como otras instituciones de calado) a la hora
de organizar su gestión y cumplir sus propósitos tienen que ver
fundamentalmente con el dinero. Como ya se sabía. No hay pasta, pero
tampoco ha existido hasta hoy algún propósito de darles la vuelta a los
presupuestos correspondientes, fosilizados en unos esquemas y unos
contenidos inservibles. Así que ahora llega la hora de replantearse la
cuestión, examinar con lupa ingresos y gastos, y ver la forma de
racionalizar unos y otros, incrementando aquéllos y reduciendo éstos. De
cajón.
Llegados a tal situación, parece claro que los programas políticos
deberían ser más un catálogo de prioridades que un esquema cerrado de
acciones de gobierno. De la misma forma, votar a unos o a otros tiene
que ver no sólo con las ofertas que hagan en campaña sino con el estilo
(el talante, sí) exhibido por cada partido o coalición. Luego, realizado
el acto electoral, la gestión debe bandearse entre las aspiraciones
originales, las posibilidades reales, el debate en el seno de las
instituciones, la actitud y reacciones de la opinión pública, la
elaboración cotidiana de los medios (incluyendo, claro está, las redes
sociales), la consulta a los técnicos, la participación de las
organizaciones sociales, la relación con el vecindario... No es una cosa
simple, como ya se van dando cuenta los recién llegados al juego
político (podemitas, comunes y similares). Rechazar la
profesionalización, empeñarse en reducir los sueldos de los cargos
públicos o despreciar la cualificación y el conocimiento desemboca en el
desconcierto y la frustración. Echenique pretenderá ser un activista a tiempo total,
etéreo y retórico, que sobrevuela los problemas concretos sin tomar
tierra jamás. O los de Zaragoza en Común intentarán darle la vuelta a la
rutina municipal sin pisar demasiados callos. Pero así no se llega a
ningún sitio. Tampoco Lambán podrá solventar lo suyo si
no se decide a cortar por lo sano (por ejemplo, muchos inventos del
PAR, que siguen ahí quemando euros).
Dinero, sí... E inteligencia.
JLT 08/09/2015
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