Qué curiosa ha sido la actualidad política de esta semana.
Porque justo cuando el Ayuntamiento gobernado por Zaragoza en Común se
embrollaba con el IBI (que el alcalde Santisteve se empeña en decir que
baja... pero sube), la derecha, alentada por su veterano órgano
oficioso, intentaba montar el pollo a costa de unas declaraciones del
presidente de CHA y consejero del Gobierno aragonés, José Luis Soro,
relativas al Corredor Mediterráneo. Así que lo del impuesto inmobiliario
ha ido resbalando sobre parte de la opinión pública, que sigue
entretenida con cositas más ligeras, como los bienes eclesiásticos (muy
bueno lo de los cuatro presidentes), el protocolo municipal o el cambio
(en diferido tendrá que ser) del nombre del principesco y patrocinado
pabellón.
La coz a Soro (cocecita, más bien) es consecuencia de lo alucinada
que está la parroquia conservadora, a la que le pasas por delante
cualquier cosa que pueda relacionarse con Cataluña y embiste cual
lancero de Tordesillas. Suponer que para ser un aragonés cabal hay que
despreciar y refutar el Corredor Mediterráneo en nombre de la imposible e
inútil Travesía Central del Pirineo (TCP) resulta patético a estas
alturas. Más que nada porque el denostado Corredor es una salida
habitual de nuestros productos (hay que procurar mejorar la comunicación
con aquellos puertos), mientras que la TCP no llega ni a entelequia.
Mucho más importante y estratégico es todo lo que tiene que ver con la
financiación de nuestras principales administraciones. Porque, si las
instituciones de mayor calado (ya saben: Gobierno de Aragón y
Ayuntamiento de Zaragoza) no salen de la ruina que arrastran, esto se va
a poner cada vez más feo (más aún de lo que ya está). La ciudadanía en
general, las organizaciones sociales y asistenciales, las empresas
proveedoras y otras personas y entidades que tienen muy buenos motivos
para pedir que les paguen lo que les deben (o les prometieron) quieren
ponerse al día, cobrar y sobrevivir. Piden porque necesitan.
En el Pignatelli, mal que bien, se las van apañando para tranquilizar
con promesas y buenas palabras a los agraviados por el Ejecutivo de
Rudi (que fue un desastre de récord). Ya veremos por cuanto tiempo. En
eso se les nota a los del PSOE que son perros viejos. En la Plaza del
Pilar, los de ZeC, novatos pero acelerados, se están liando con
demasiadas cosas y no sé si calibran el efecto que pueda causar (en
quienes sí les han votado) un recibo del IBI recrecido, una subvención
social devaluada u otros gestos improcedentes. Llevan cien días
gobernando el municipio. Les queda camino por recorrer. Pero ya pueden
espabilarse, porque la gente espera mucho de ellos. Y no va a estar
esperándoles los próximos cuatro años.
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