Al encontrarse el cierzo de cara tras doblar la esquina de los cien
días, los de Zaragoza en Común se han visto sorprendidos por la
ventolera. Les hacen daño las críticas porque, una vez más, su bisoñez y
su ingenuidad se convierte en debilidad e incomprensión. Pero lo peor
que podrían hacer es refugiarse en el victimismo habitual, aferrarse al
conmigo o contra mí y despreciar las voces que les incitan a
replantearse algunas cosas, aprender deprisa, ser humildes, entender la
complejidad del mundo por el que ahora transitan y admitir que, para
manejar una ciudad de 700.000 habitantes y hacerlo bien, es necesario un
adecuado (y suficiente) nivel de profesionalidad y conocimiento.
El caso es que mientras ZeC hacía campaña con el objetivo de ganar
las elecciones, sus asambleas de base catalogaban una serie de
propuestas simples, que siendo quizás más interesantes que las de otros
partidos, tampoco podían considerarse un auténtico programa de gobierno.
La oferta en común ofrecía no obstante (aunque fuese de manera
implícita) frescura, dinamismo, innovación, honradez e imaginación.
Todo lo cual precisaba, y ahí está el quid de la cuestión, un respaldo
técnico que convirtiese las buenas intenciones en ordenanzas, normas,
presupuestos, sistemas de control, transparencia y eficacia. Y no otra
cosa se le exige ahora a Santisteve y los suyos. No
afrontan, hoy por hoy, feroces conjuras políticas (la derecha local
quiere pero no sabe, y las otras izquierdas saben pero no pueden... ni
deben), ni más presión mediática de la que cabía suponer. Están
luchando, sobre todo, con sus propias limitaciones. Pero aún les quedan
mil trescientos días más para ponerse a tono. Ésa es su obligación.
Entre otras cosas, habrían de fijarse en lo que ya ponen en marcha
otros ayuntamientos españoles de su onda, ponerse serios consigo mismos,
apoyarse en quienes sí saben, medir sus expresiones y movimientos,
dejarse de gesticulaciones y manías falsamente alternativas y asumir que su objetivo no es otro que mejorar la vida del vecindario. No les basta con querer, tienen que saber... poder.
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