Los actuales gobiernos de la DGA y del Ayuntamiento de Zaragoza (las
dos instituciones que siempre se toma como referente, aunque haya otras
en circunstancias similares) han sido la consecuencia de un
entendimiento explícito entre PSOE y Podemos, con el concurso adicional
de los minoritarios CHA e IU. Así, ambas instituciones han iniciado una
nueva etapa, muy complicada por los respectivos lastres financieros y
por el hecho de que, en no pocos asuntos, deben dar un giro de ciento
ochenta grados al rumbo anterior. Posiblemente, la situación más
problemática se da en el Consistorio de la capital, donde los
socialistas, tras una prolongada gestión, no han dejado una herencia
muy... apetecible. No es raro que desde el minuto uno de la actual
corporación se perciba una tensión latente entre Santisteve y Pérez Anadón, y que sin haber transcurrido los cien días de rigor, este último se muestre cada vez más crítico con el alcalde.
El problema de fondo es que las elecciones generales están ahí, a
menos de tres meses. Y tanto PSOE como Podemos intentan diferenciar sus
respectivas ofertas (con el segundo de ambos partidos enfrentado además
al dilema de cómo coaligarse con otras fuerzas de izquierdas sin perder
su marca, que sigue siendo el mejor reclamo para el electorado
progresista). Simultáneamente, desde todas las trincheras conservadoras
(y desde los más altos castillos del Sistema) se dispara de forma
indiscriminada sobre socialistas y podemitas (a éstos sin tregua ni
límite). Así que ambas formaciones, tras haber acordado gobiernos
autónomos y municipales, vuelven a distanciarse, e incluso se cruzan
acusaciones a veces un tanto forzadas. Eso que llaman postureo
(aborrecible palabra de moda) está a la orden del día.
Pese a todo, PSOE y Podemos tendrán que sentarse (como ya hicieron
tras el 24 de mayo) para intentar un acuerdo general después del 20 de
diciembre. Es lo más lógico, lo que esperan los respectivos votantes... y
lo que teme la derecha. O eso, o los socialistas se dejan arrastrar a
la nada pactando explícita o implícitamente con el PP (algunos altos
ejecutivos financieros y empresariales propugnan sin disimulo un futuro
pacto nacional que apoye a un presidente técnico), o Podemos se pone borde y queda fuera de juego, o en verdad se hace imposible un acercamiento fructífero y entonces...
Lo que no tiene sentido, y eso vale tanto para el actual discurrir
del Gobierno de Aragón como del Ayuntamiento de Zaragoza, es que PSOE y
Podemos se busquen las vueltas, que se pongan a parir mutuamente... y
que después de navidades tengan que volver a reunirse y estrecharse la
mano. Tales incoherencias y contradicciones descolocan y mosquean a la
ciudadanía.
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